domingo, 11 de enero de 2009

algo que ánder da

Por supuesto sería imposible resumir lo que Ánder da. A mí y a todas aquellas personas que comparten su existencia, que son parte de su mundo, incluso de aquellas que se niegan a formar parte de ese mundo. Pero si elijo este título tan ampuloso es porque hay algo que Ánder me ha dado y que no podía ni imaginarme. Me ha dado a las personas buenas. Siempre digo que Ánder no va a tener problemas con las malas personas que se crucen en su camino. Aquellas que le nieguen por desprecio o desconfianza su cariño o las oportunidades que por justicia se merece, antes o después Ánder las pondrá en su sitio. Es una persona fuerte, inteligente y bondadosa, así que sabrá qué hacer llegado el momento, aunque no sea fácil. Esas malas personas no me preocupan, confío en mi hijo y sé que sabrá lo que hacer.

Las que me realmente me preocupan son las buenas personas, que, por desgracia, son la mayoría. Todos hemos tenido la desagradable experiencia de encontrarnos con alguien insensible y pertinaz que, en nombre de la sinceridad, se empeña en faltarnos al respeto, en despreciarnos directamente, porque su nobleza les impele a decirnos lo incorrecto de nuestro proceder, como si su opinión pudiera importarnos o su punto de vista fuera más relevante que nuestra voluntad. Puesto que actúan movidos por buenos sentimientos, su sinceridad, su honradez y su valentía, nunca se sentirán culpables del daño que hacen y nunca entenderán que no han actuado de una manera satisfactoria.

Son los que cuando les preguntas si les gusta el abrigo que te has comprado te responden que es demasiado caro o que ellos nunca se comprarían nada en un rastrillo. Uno no pregunta ni se acerca a sus semejantes para que le critiquen, así que, al recibir la respuesta, además te queda la sensación de creer que la culpa ha sido de quien se ofreció a recibir una opinión. Quien responde está salvaguardado por su propia franqueza, que le protege no ya de críticas externas, si no también de cualquier remordimiento. Nos está bien merecido por preguntar.

A Ánder le pasará algo parecido. Todo el mundo le quiere, le trata bien y presume cuando le preguntan de lo bien que "evoluciona", de lo "espabilado" que está y de lo inquieto que es. Lo hacen hasta los que reniegan de él y no desean ni su trato ni su compañía, especialmente éstos, porque viste mucho el amar a un niño con síndrome de Down.

Pero amar a una persona es ser justo con él, no cerrarle las puertas de tu casa e ignorarle. Y respetarle es darle la oportunidad de equivocarse, que es lo que las personas buenas no van a hacer nunca con él. Cada uno de sus errores será automaticamente clasificado en la categoría de enfermo, de expresión de sus caraterísticas peculiares que le imposibilitan hacer las cosas de otra manera. Cuando un niño se equivoca, se le explica el error y se le da otra oportunidad, las que hagan falta en realidad, hasta que haga las cosas como deseamos que las haga. Si Ánder se equivoca, se le explica el error cometido y se le da la oportunidad hasta que al adulto se le acaba la paciencia. Nadie (y en este nadie me incuyo a mi mismo) entiende que Ánder va a necesitar más oportunidades de aprender, no menos. Darle las mismas o menos oportunidades que a los demás es condenarle al fracaso y eso es algo que depende del adulto, del dueño de la situación, no del niño.

El explicar cada una de sus acciones, de sus decisiones, en función de sus características cromosomáticas es, además de una petulancia propia de ignorantes, una putada. Es decir que los negros tienen un gran sentido del ritmo, juegan mejor al baloncesto y culpan siempre a la sociedad de sus problemas. Los negros son pobres, así que no tendrán el mismo acceso a los estudios y tendrán una percepción de que la vida es más complicada porque realmente lo es para quien no tiene dinero para comprarse las facilidades de las que los demás ni nos percatamos.

Ánder a veces se equivoca porque quiere probar cosas distintas, porque huye de quien le agobia, porque se aburre, porque sabe que si insiste acabará saliéndose con la suya porque tiene más caracter que tú o, sencillamente, hace las cosas mal porque es más divertido. Ánder ya sabe que el mundo está lleno de buenas personas que no soportan verlo llorar, que sufren cuando no se sale con la suya y que no le permiten el esfuerzo de hacer las cosas dos veces. Ánder necesita más oportunidades que los demás porque todo el mundo se las da y él las exige. Nunca sabremos lo que Ánder va a ser capaz de hacer porque el mundo está lleno de buenas personas que le permiten no hacer lo que exigimos como algo natural a otros niños. Mantenerse en una fila, atender a explicaciones aburridas, esperar cogido de la mano, pintar dentro de un círculo, o darnos el pato del color adecuado son actividades que tardará más tiempo en realizar correctamente porque sabe que nadie espera que lo haga. Puede que sí lo esperes, pero Ánder sabe que eres sólo tú, que la gente que se le acerca y le sonríe, sus profesores, sus parientes y sus amigos no esperan nada de él, así que él no les da nada.

Lo que Ánder me da es comprobar todos los días como lucha por no equivocarse nunca, por hacer las cosas constantemente bien, sin posibilidad del más mínimo error, porque siempre habrá alguien bueno que aproveche esa oportunidad para cogerle de la mano y llevarle fuera de la fila, por dejar de explicarle cosas aburridas o por retirarle el papel o los patos de colores de delante. Y después de quitarle eso a Ánder se sentirá tan buena persona que le dará un beso y le abrazará y dirá "qué cariñoso es". Y él mismo y Ánder se catalogarán como buenas personas.

Cada error de un niño es una oportunidad de aprender. Cada error de Ánder es una oportunidad de ser bueno. Y cada error es una piedra del muro que separa a Ánder del mundo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Vamos Pablo y Ana!!!...Ander crecerá feliz, será un niño que se insertará en la comunidad donde viven...deben luchar por eso: que sea visto como cualquier niño, acaso no lo es???...las trabas las pondrán, tal vez, los papás de los niños. Los chicos son sumamente tolerantes, ingenuos, los adultos les llenamos la cabecita de estupideces!!!
Primero ustedes: lo tratan como un niño, le ponen límites, lo miman, lo educan...los demás lo verán así!!! no se preocupen, sí se ocupan.
Tienen mis besos y abrazos para esas dos preciosuras!!!

Agustin y Mario dijo...

Pablo, me identifico perfectamente con tu comentario. Para mi esas personas "buenas" tienen un síndrome, que no es cromosomático como el de nuestros hijos, sino psicológico. Yo le llamo el "síndrome del pobrecito de mi niño" y lo asocio a aquellas personas que solo ven en Mario a un enfermo, a un incapaz y por eso, lo abrazan, lo besan y se compadecen de él y de sus padres, sí, porque sus padres también damos pena porque "¿Dios?" nos ha castigado así.
Un abrazo, amigo.

Pablo González dijo...

Graciela, creo que estoy más de acuerdo con Agustín y Mario. Cuando Ander tenga seis años y empiecen a enseñarle a leer y escribir, sus compañeros tendrán mil oportunidades hasta que lo logren. Él tendrá que demostrar desde el principio que es capaz de hacerlo o le dejarán atrás "para no agobiarlo" porque "no está preparado".

Un saludo

 
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